Norteamérica frente al nuevo orden mundial

Octavio de la Torre, presidente de Concanaco Servytur y autor de la columna Agenda de Negocios Octavio de la Torre, presidente de Concanaco Servytur y autor de la columna Agenda de Negocios
Octavio de la Torre, presidente de Concanaco Servytur y autor de la columna Agenda de Negocios

La apertura de la consulta al Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) nos coloca ante una reflexión clave: en un mundo cada vez más definido por bloques regionales, la integración de Norteamérica no es una opción, sino una necesidad estratégica.

Cada país tiene legítimamente sus propias prioridades nacionales: México busca consolidar empleos y atraer inversiones; Estados Unidos quiere fortalecer cadenas de suministro críticas; Canadá apuesta por diversificar mercados y garantizar estabilidad energética. Sin embargo, más allá de las agendas particulares, debe prevalecer una visión común: el T-MEC no solo regula preferencias arancelarias, se ha convertido en el vehículo que asegura la estabilidad geopolítica y económica de la región.

Hoy, América del Norte conforma una de las zonas de libre comercio más grandes del mundo, con una población de 511 millones de personas y un PIB conjunto de 31.7 billones de dólares, que representa el 30.2% de la economía global. En 2024, el comercio trilateral superó los 1.6 billones de dólares y México se consolidó como principal socio comercial de Estados Unidos, desplazando a China. Estos datos no solo demuestran fortaleza, sino que confirman que la región tiene la capacidad de competir con Europa y Asia en igualdad de condiciones.

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Desde la óptica mexicana, los resultados son tangibles: se estima que el tratado ha generado entre 5 y 6 millones de empleos directos desde 1994, con el 37% del empleo formal vinculado a él. Sectores como la manufactura (55%) y la agroindustria (20%) muestran la importancia de estar insertos en cadenas globales de valor. Además, de 1999 a 2024, México recibió 422,779 millones de dólares de inversión extranjera directa bajo el paraguas del T-MEC, equivalente al 56.2% del total acumulado.

El desafío es no conformarse. La región necesita avanzar hacia una integración más profunda que considere la economía digital, la transición energética y la seguridad en cadenas de suministro. Para México, el reto adicional está en fortalecer la participación de los negocios familiares (mipymes), motor de la economía nacional, y en cerrar la brecha de desarrollo entre el norte y el sur del país.

Desde la Concanaco Servytur, con más de dos millones de negocios familiares representados, reafirmamos que la consulta debe convertirse en un proceso de unidad y no de división. El T-MEC no puede quedarse en un marco de reglas técnicas: es el pilar que blindará a Norteamérica en un nuevo orden mundial, donde los bloques regionales marcan el rumbo de la economía y la política internacional.

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